Ha ocurrido un hecho esperado: Uzbekistán se ha incorporado oficialmente a ERMA, la Alianza Europea de Materias Primas Críticas. ERMA define la política europea en materia de recursos y garantiza el suministro de materiales como litio, wolframio, molibdeno y elementos de tierras raras. Se suele afirmar que la alianza desempeña un papel clave en la transición de Europa hacia las tecnologías “verdes” y el desarrollo de la energía del futuro. Esto es cierto, aunque tales formulaciones son más bien un cumplido habitual hacia la ecología y el progreso técnico. Sería más preciso decir que sin materias primas críticas es imposible el funcionamiento de la sociedad moderna: por eso mismo se llaman “críticas”.
Objetivos inalcanzables
Las materias primas críticas son recursos naturales indispensables para el desarrollo económico y tecnológico de los países, sobre todo en la producción de bienes de alta tecnología. Sus yacimientos suelen estar localizados, sus volúmenes a menudo son limitados y su extracción y procesamiento resultan complejos. Entre ellos figuran los elementos de tierras raras (ETR), metales estratégicos y otros minerales.
La Alianza Europea de Materias Primas Críticas, también conocida como Alianza Europea de Materias Primas, fue creada en 2020 con el objetivo principal de garantizar al bloque el suministro de materiales necesarios para las altas tecnologías. Dado que éstas están presentes en prácticamente todos los sectores, puede afirmarse que estaba en juego nada menos que la supervivencia tecnológica de la UE.
Hasta 2020 Europa dependía de un reducido grupo de países proveedores. China lideraba con gran diferencia, suministrando el 98% de las tierras raras. Turquía aportaba el 98% de los boratos, y Sudáfrica cubría el 71% de la demanda europea de platino.
En la práctica, estas cifras significaban casi una dependencia absoluta de los proveedores, sin margen de maniobra. Esta situación ataba de manos a Europa en sus relaciones con dichos países. Tanto China como Turquía son, de facto, regímenes autoritarios, y con ambos la UE afrontaba periódicamente conflictos ideológicos, al menos en materia de política y derechos humanos. No había garantías de que, al defender sus intereses políticos, los proveedores no bloquearan las exportaciones de materias críticas a Europa. De hecho, algo parecido ya había ocurrido entre China y Estados Unidos cuando, en diciembre de 2023, Pekín impuso restricciones a la exportación de varios materiales críticos hacia ese país. Conviene recordar que China es líder en el suministro de minerales esenciales y hasta hace poco controlaba casi el 60% de las minas de tierras raras y más del 85% de la capacidad mundial de procesamiento. En ese esquema, podía colocar a la industria y a la agricultura europeas al borde del colapso.
Probablemente fue este razonamiento el que condujo a la creación de la alianza. Además, observaciones satelitales revelaron que Europa contaba con importantes reservas de cobalto, bauxita, berilio, bismuto, galio, germanio, indio, niobio y boratos, cuya explotación permitiría, en pocos años, abastecer con materias primas sectores estratégicos como la producción de baterías.
En la presentación del proyecto, el entonces comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, declaró:
“Cuando hablamos de autonomía estratégica, o de lo que a veces se llama soberanía o resiliencia, no hablamos de aislarnos del mundo, sino de elegir, de alternativas y de competencia, evitando dependencias indeseadas tanto en lo económico como en lo geopolítico”.
Sin embargo, una independencia absoluta era imposible: Europa, por sí sola, no puede cubrir todas sus necesidades de materias primas críticas, de modo que abrirse a nuevos mercados resultaba más que oportuno.
Los acontecimientos posteriores —sobre todo el conflicto ruso-ucraniano— confirmaron la pertinencia de esta estrategia. Rusia, bajo sanciones, dejó de ser una fuente posible de materias críticas para Europa, mientras que para Ucrania exportarlas en medio de la guerra era extremadamente difícil.
Además, quedó en evidencia que la escasez de estos recursos se había convertido en un problema para el sector defensa de la UE.
En la cumbre EIT RawMaterials, celebrada en Bruselas del 13 al 15 de mayo de 2025, la seguridad y la defensa europeas fueron los temas centrales. Allí se reconoció abiertamente que Europa está muy rezagada en el abastecimiento de materias críticas destinadas a la producción militar.
Se discutieron los objetivos de la Ley Europea de Materias Primas Críticas (CRMA), fijados para 2030: cubrir el 10% de la demanda anual mediante extracción interna, el 40% mediante refinado interno y el 25% a través del reciclaje en la UE. Además, se planteó que ninguna materia crítica provista por un solo país superara el 65% de las importaciones europeas.
Sin embargo, el representante del Ministerio de Economía de Países Bajos, Allard Castelein, señaló que tales metas eran sencillamente inalcanzables. Benjamin Gallezo, delegado interministerial ante la oficina del primer ministro francés, coincidió en que los volúmenes estratégicos necesarios para la defensa eran limitados, subrayando la importancia de crear reservas. De hecho, en 2023 el gobierno francés aprobó leyes que obligan a las empresas del sector militar a constituirlas.
El consejero del ministro de Defensa de Ucrania, Oleksandr Kubrakov, agregó que, en las últimas décadas, debido a la inestabilidad política, la minería ucraniana se había centrado en proyectos de corto plazo. No obstante, dado que Ucrania se encuentra en proceso de adhesión a la UE, aseguró que “ha llegado el momento de actuar de nuevo”. Según él, las empresas europeas ya podrían participar en proyectos ucranianos desde la fase de estudios de viabilidad, aunque reconoció que hacerlo en un país en guerra es arriesgado y con perspectivas inciertas.
Afortunadamente para la UE, las naciones de Asia Central acudieron en su ayuda.
Quién depende de quién
Un paso decisivo fue la gira del comisario europeo de Asociación Internacional, Josef Síkela, por países de Asia Central que tuvo lugar del 12 al 18 de marzo de 2025.
La visita incluyó el trabajo en torno a los puntos clave del programa Global Gateway, concebido como la alternativa europea al proyecto chino “La Franja y la Ruta”. Uno de los cuatro ejes principales de esta estrategia fue precisamente la cooperación en el ámbito de las materias primas críticas.
El 13 de marzo, en Astaná, la UE y los países de Asia Central firmaron un acuerdo para impulsar la cooperación en este ámbito. El foco estaba en las tierras raras, así como en litio, cobalto, uranio y otros materiales esenciales para industrias de alta tecnología: desde baterías y energías renovables hasta el sector digital, la defensa y el espacio.
Conviene precisar ahora qué se entiende exactamente por materias primas críticas. De acuerdo con la lista actualizada en 2023 por la Comisión Europea, se consideran materias críticas elementos como: boro, bismuto, cobalto, cobre, galio, germanio, litio, magnesio, manganeso, grafito natural, níquel, metales del grupo del platino, tierras raras utilizadas en imanes (neodimio, praseodimio, terbio, disprosio, gadolinio, samario, cerio), silicio, titanio, wolframio, antimonio, bauxita, berilio, feldespato, fluorita, hafnio, helio, niobio, roca fosfática, fósforo, carbón coquizable, escandio, estroncio, tantalio y vanadio. La mitad de ellos son estratégicos. Por ejemplo, el grafito se usa en la fabricación de aviones, submarinos, tanques y misiles; el litio, en metalurgia, farmacéutica, energía nuclear y baterías; el bismuto, en medicina, electrónica y metalurgia.
En otras palabras, es simplemente imposible imaginar la vida moderna sin las materias primas críticas. No es de extrañar que Europa haya comenzado a ampliar activamente sus vínculos con los países que cuentan con los yacimientos correspondientes.
En este contexto cobró gran importancia la primera cumbre Asia Central – Unión Europea, celebrada en Samarcanda el 3 y 4 de abril de 2025, Entre los principales protagonistas se encontraban los presidentes de Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Turkmenistán, la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo António Costa y la presidenta del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo Odile Renaud-Basso.
Uno de los cuatro temas prioritarios de la cumbre fue precisamente el de las materias críticas. Resulta simbólico que, literalmente en vísperas del evento, se había anunciado en Kazajistán el descubrimiento de un gran yacimiento de tierras raras. En la cumbre, Von der Leyen recordó que en Asia Central se concentran el 40% de las reservas mundiales de manganeso, además de importantes recursos de litio, grafito y otros.
Hay que decir que los países de la región ya antes habían emprendido pasos para salir a la arena mundial de las materias primas críticas. En particular, en septiembre de 2023 tuvo lugar la cumbre “Estados Unidos — Asia Central”. En la declaración conjunta “C5+1” se estipulaba de manera separada la creación de cadenas de suministro estables y confiables de minerales críticos, así como el desarrollo de nuevas tecnologías para la extracción y el procesamiento de materias primas. En noviembre de 2023 se supo que la empresa francesa Orano invertirá hasta 500 millones de dólares en la extracción y procesamiento de uranio en Uzbekistán. En marzo de 2024 Kazajistán y el Reino Unido firmaron una Hoja de Ruta sobre la asociación estratégica en el ámbito de los minerales críticos; en septiembre del mismo año, sobre lo mismo llegaron a un acuerdo Uzbekistán y Estados Unidos. Y el 6 de noviembre de 2024 Uzbekistán y la Unión Europea firmaron una hoja de ruta para la implementación del memorando sobre asociación estratégica en el ámbito de cadenas de valor sostenibles de materias primas críticas.
El asesor principal del director general de la Comisión Europea para la cooperación internacional, Henrik Hololei, destacó entonces la importancia de la firma de la hoja de ruta y subrayó que las empresas europeas obtendrán nuevas oportunidades en ámbitos como la industria minera, la investigación geológica y el análisis de datos geológicos. También declaró que las materias primas críticas seguirán siendo una prioridad para la cooperación entre Uzbekistán y la UE durante muchos años en el futuro.

Esta cooperación, consolidada por el ingreso de Uzbekistán en la Alianza Europea de Materias Primas, tiene grandes perspectivas. En primer lugar, aumenta el peso político de la república, ya que le otorga más palancas de influencia en la diplomacia internacional y en las negociaciones comerciales. En segundo lugar, refuerza la asociación estratégica y atrae inversiones a largo plazo, es decir, en todos los sentidos enriquece a Uzbekistán; y esto es muy importante, teniendo en cuenta que la prioridad de la política interna de la actual dirigencia es la lucha contra la pobreza. En tercer lugar, el trabajo con materias primas críticas permite a Uzbekistán desarrollar y diversificar la economía, ampliándola más allá de sus marcos habituales.
Cabe señalar que, cuando se trata de materias primas, esto casi siempre provoca intensas emociones en los “verdes” y en los opositores del llamado neocolonialismo. En primer lugar, cualquier actividad extractiva afecta al medio ambiente; en segundo lugar, se preguntan, ¿qué es la compra de recursos del subsuelo, sino una política colonial hacia los países en desarrollo?
Sin embargo, en este caso esa sencilla demagogia no funciona. En cualquier proyecto que proponga la UE siempre se incluyen como parte integrante medidas para garantizar la seguridad medioambiental. Además, Europa declara de manera inequívoca que no quiere limitarse simplemente a exportar materias primas valiosas, sino que ofrece un enfoque fundamentalmente distinto: la creación de un ciclo productivo completo directamente en la región. Y esto no es solo inversión, sino el enriquecimiento de los países de Asia Central con las tecnologías más modernas, su desarrollo y la creación de nuevos puestos de trabajo.
La situación actual muestra con toda claridad que la división de países en desarrollados y en desarrollo es algo bastante relativo. En cualquier caso, ahora no solo los países en desarrollo dependen fuertemente de los desarrollados, sino también al revés. Y en este sentido, la adhesión de Uzbekistán a la Alianza Europea de Materias Primas Críticas habla de un nuevo pensamiento y de nuevas perspectivas no solo para los buques insignia de la economía mundial, sino también para países con un peso político, económico y militar comparativamente reducido.